martes, 15 de agosto de 2017

10 razones que apagan la doctrina del infierno

La doctrina del infierno afirma que los pecadores son castigados por Dios a sufrir la tortura sensitiva de arder en el fuego por toda la eternidad. Es llamativo que quienes enseñan la doctrina del infierno en su enunciado básico, encuentran bastante dificultad en pronunciarse sobre las implicaciones que forzosamente lleva consigo esta doctrina:

• Que Dios es quien ha concebido, planeado y decidido este tipo de castigo.
• Que Dios transforma la naturaleza física de los condenados, de manera que experimenten la agonía de quemarse permanentemente pero sin llegar a la muerte.
• Que en el transcurso de la eternidad, Dios jamás intervendrá para detener ese sufrimiento, sin importar los ruegos de los torturados.
• Que Dios establece un castigo eterno a unas criaturas que ni siquiera pudieron decidir su propio nacimiento.
• Que Dios ni siquiera puede lamentarse por la situación final de sus criaturas; de lo contrario, sería reconocer que es un castigo excesivo.
• Que aunque la práctica del pecado haya ocurrido en una corta vida, el castigo recibido es por toda la eternidad.
• Que no se tiene en cuenta el tipo de pecados cometidos; ni tampoco si estaba advertido del castigo en el infierno; el tormento que se aplica es el mismo en cualquier caso.


Esto es lo que supone la doctrina del infierno; pero ¿Es real? ¿Es eso lo que enseña la Biblia?

1) Infringir sufrimiento eterno es lo más alejado del amor de Dios

Cuando se examina el enunciado de la doctrina del infierno es indudable que plantea cuestiones muy inquietantes sobre la naturaleza moral de Dios; por eso debemos preguntarnos: ¿Concuerda con lo que dice la Biblia sobre la personalidad de Dios?

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios adopta una actitud muy cruel hacia los desobedientes. En cambio, la Biblia afirma que Diosno deja de mostrar su bondad hacia los vivos y los muertos”, “es bueno para con todos” y “bondadoso para con los ingratos y perversos” (Rut 2:20; Salmos 145:9; Lucas 6:35)

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios ha de recordar y vengar eternamente la desobediencia de sus criaturas. En cambio, la Biblia afirma que Dios es clemente y compasivo y rico en misericordia (2 Crónicas 30:9; Efesios 2:4)

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios abandonará a los pecadores al sufrimiento eterno. En cambio, la Biblia nos dice que Dios no exterminó ni abandonó a los israelitas que no cesaron de pecar y blasfemar contra Él en el desierto (Nehemías 9:18-31)

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios jamás escuchará los ruegos de los atormentados. En cambio, la Biblia nos dice que Dios se conmovió por el ruego, y oyó la súplica de alguien que Le ofendió en gran manera (2 Crónicas 33:12-13)

- La doctrina del infierno supone necesariamente que Dios ni siquiera podrá lamentarse por la situación agónica de sus criaturas. En cambio, la Biblia dice que ‘Él se arrepiente de infligir el mal’ (Joel 2:13)

- La doctrina del infierno atribuye a Dios un comportamiento inconcebible para cualquier padre humano. En cambio, Jesús dice que ‘nadie es bueno, sino sólo Dios’ (Marcos 10:18)
 
En definitiva, la doctrina del infierno plantea perversas insinuaciones sobre Dios, que expuestas a la luz de la Biblia se revelan entre las más grandes blasfemias originadas por el padre de la mentira, el diablo (Juan 8:44) Quizá esto ya sea suficiente para rechazar tal creencia; pero si aún quedan dudas, esto debe servir para querer investigar la veracidad de una doctrina que afecta enormemente nuestro concepto sobre Dios.

Más información: El infierno: lo más alejado del amor de Dios


2) Sentenciar al tormento eterno es contrario a la justicia de Dios

La doctrina del infierno también plantea serias dudas sobre la justicia de Dios. Por ejemplo, no parece justo que a quien desobedezca durante una corta vida se le aplique un castigo que se prolongue por toda la eternidad. En cambio, la Biblia frecuentemente ensalza la justicia de Dios con declaraciones como estas: ‘todos sus caminos son rectitud; es justo y recto’, “ama la justicia y el derecho”, “es justo, y en él no hay injusticia” (Deuteronomio 32:4; Salmos 33:5; 92:15) Por eso, ¿Quién tiene razón: la doctrina del infierno o la Biblia?

- La doctrina del infierno supone, que sin importar el tipo de pecado o su gravedad, todos recibirán la misma sentencia. Así, un delincuente común recibiría idéntico castigo que alguien que hubiera decidido la muerte de millones de personas. En cambio, la Biblia enseña que la aplicación de un castigo debe ser proporcional a la culpa, siguiendo el principio legal de “ojo por ojo, diente por diente” (Deuteronomio 19:21) Por ejemplo, la Ley de Dios estipulaba que cuando un malhechor merecía ser azotado, debía ser “con el número de azotes de acuerdo con su culpa” (Deuteronomio 25:2) También se aprecia cuando David clama a Dios por un castigo equitativo a los inicuos: “Dales conforme a su obra, y conforme a la perversidad de sus hechos; dales su merecido conforme a la obra de sus manos” (Salmos 28:4) Y continua con Jesús, ya que, cuando venga con sus ángeles, “pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mateo 16:27)

- La doctrina del infierno también implica que se decide el mismo castigo incluso para quienes han sido ignorantes de la voluntad de Dios. Sin embargo, Jesús mostró lo contrario cuando en una de sus parábolas transmitió esta enseñanza: “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco” (Lucas 12:47-48) Es evidente que para Jesús, pecar por ignorancia no es lo mismo que hacerlo conociendo la voluntad de Dios, por lo que, la ignorancia es un atenuante que disminuye la pena.

Visto esto, la doctrina del infierno no satisface los baremos de la justicia de Dios; ni siquiera satisface los criterios de jueces humanos. Ningún juez humano es capaz de dictaminar una sentencia más injusta como la que hay en la doctrina del infierno; pero eso, es pertinente lo que pregunta la Biblia: “¿Será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo hizo?” (Job 4:17) “¿Acaso el Juez de toda la tierra no haría lo que es correcto?” (Romanos 9:14) Esta es otra razón para rechazar esta doctrina; pero si aún quedan dudas, debería servir para investigar la base bíblica de una doctrina que tanto afecta nuestra opinión sobre Dios.

Más información: El infierno: lo opuesto a la justicia de Dios

3) ¿Qué dice la Biblia sobre el destino de los inicuos?

La Biblia es bastante clara cuando menciona el destino de los inicuos. Al leerla de principio a fin encontramos numerosas declaraciones como estas:

el homicida morirá” (Números 35:16, 17, 18, 30 RV60)
cada uno morirá por su pecado” (Deuteronomio 24:16 RV60)
Si persisten en la maldad, tanto ustedes como su rey serán destruidos” (1 Samuel 12:25 NVI)
Mas el hombre morirá, y será cortado” (Job 14:10 RV60)
el malo es preservado en el día de la destrucción” (Job 21:30 RV60)
Bajan al sepulcro los malvados” (Salmos 9:17)
los malignos serán destruidos” (Salmos 37:9)
Pues de aquí a poco no existirá el malo” (Salmos  37:10 RV60)
Mas los impíos perecerán” (Salmos 37:20 RV60)
los maldecidos por El [Señor] serán exterminados” (Salmos 37:22)
los que se alejan de ti perecerán; Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta” (Salmos 73:27 RV60)
todos los que hacen iniquidad, es para ser destruidos eternamente” (Salmos 92:7)
Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser” (Salmos 104:35 RV60)
El Señor…, a todos los impíos destruirá” (Salmos 145:20)
el que menosprecia sus caminos morirá” (Proverbios 19:16 RV60)
él morirá por su maldad” (Ezequiel 3:19, 20 RV60)
Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás” (Ezequiel 33:8 RV60)
si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3,5)
se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá” (2 Tesalonicenses 2:8)
negarán al Señor…, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina” (2 Pedro 2:1)
Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición” (2 Pedro 2:12)


… y así encontramos más de 146 citas donde se muestra que el destino de los inicuos es, o bien la muerte, o destrucción, o sepulcro, o perdición, o consumición; en resumen: la inexistencia absoluta. En ninguna de estas referencias bíblicas hay la más mínima mención o sugerencia de sufrimiento eterno en medio del fuego. Tan solo se menciona la ausencia de vida.

En cambio, la enseñanza del infierno pretende apoyarse en unas 18 citas. No solo existe una clara diferencia numérica entre ambos grupos de citas; sino que, mucho más significativa es la diferencia en el tipo de lenguaje empleado. Si leemos los pasajes utilizados para el infierno tradicional, notamos que se suelen expresan mediante figuras alegóricas y simbolismos, tal como ‘sacarse ojos y cortarse pies y manos’, ‘refrescar con un dedo mojado a quien está en llamas’, ‘beber vino del furor de Dios’, ‘adorar a la Bestia y a su imagen’, etc. (Mateo 5:29-30; 18:8-9; Lucas 16:23-28; Apocalipsis 14:9-11) Este tipo de lenguaje se presta a varias interpretaciones; y por tanto, carece de garantía para fundamentar una doctrina. En claro contraste, el conjunto de 146 citas bíblicas se expresan en un lenguaje literal y entendible que no ofrece dudas en su significado. En su gran mayoría son expresiones explícitas que señalan a la ausencia de vida como el destino de los inicuos.


4) La recompensa de los justos y el castigo de los inicuos

Además de la multitud de citas bíblicas que hablan del destino de los inicuos, hay un grupo de pasajes que comparten una interesante peculiaridad: La de comparar la recompensa que tienen los justos, en directo contraste con el castigo que les espera a los inicuos. Si buscamos en la Biblia todas las ocasiones donde aparece vida o vida eterna como recompensa en contraposición a un castigo, encontramos que hay un buen número de citas bíblicas; como por ejemplo:

Como la justicia conduce a la vida, así el que sigue el mal lo hace para su muerte.” (Proverbios 11:19 RV60)

Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte.” (Jeremías 21:8 RV60)

El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.” (Juan 12:25 RV60)

Si seguimos nuestros malos deseos, moriremos para siempre; pero si obedecemos al Espíritu, tendremos vida eterna.” (Gálatas 6:8 BLS)

Es muy obvio que cuando la Biblia contrasta la recompensa de los justos con el castigo de los inicuos lo hace en los términos de vida y muerte. Prácticamente en todos estos pasajes, el concepto o mención del infierno brilla por su ausencia, algo del todo incompresible si la enseñanza del infierno fuera verdadera; y mucho más, cuando Dios sabe que la mayoría de personas van por el camino de la perdición (Mateo 7:13-14) Para cualquier padre de familia, se hace inconcebible que Dios no avise a sus criaturas hasta la saciedad y de forma absolutamente clara sobre un castigo tan enorme y espantoso como el que proclaman los defensores del infierno; algo que sí hace cuando se trata de la recompensa de vida eterna a los justos. Una razón más para entender que se trata de una enseñanza falsa.


5) La sentencia al primer pecador

Si tuviéramos que elegir un único caso para considerar cuál es el destino de los pecadores, sin duda sería el caso de Adán, el primer hombre desaprobado por Dios. Adán no sólo atrajo ante sí la condena divina, sino que es el principal responsable de introducir el pecado y la muerte en la humanidad (Romanos 5:15-19) Siendo un caso tan relevante ¿Qué nos dicen las Escrituras?

Sobre las consecuencias de desobedecerle, Dios le advirtió: “El día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17 NVI); pero una vez que Adán desobedeció, Dios le sentenció de la siguiente manera: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis 3:19)

El caso del primer hombre es sin duda el ideal para establecer un castigo ejemplarizante para toda la humanidad, a fin de que todos los descendientes de Adán tuviéramos muy presente el destino de los que eligen desobedecer a Dios ¿Y cuál es ese destino? Morir y convertirse en polvo. Ni en el momento de la advertencia, ni después de declarar la sentencia, Dios no expresó nada que remotamente hiciera pensar en un castigo de sufrimiento eterno, sencillamente porque eso nunca existió en su mente.


6) El pecado es absuelto con la muerte

En el capítulo seis de Romanos, Pablo expone las distintas consecuencias de estar esclavizados al pecado y la de estar consagrados al servicio de Dios ¿Qué revela este capítulo sobre la doctrina del infierno?

En Romanos 6:7 Pablo declara esta norma divina: “el que muere, queda absuelto de su pecado” (BNC); o como dice otra versión: “el que ha muerto ya no es deudor del pecado” (PER); es decir, a la vista de Dios, el pecado queda saldado con la muerte; por lo tanto, si con la muerte se paga la culpa del pecado ¿Cómo cabe imaginar que Dios aplique a alguien un segundo castigo infinitamente más severo por una culpa de la que ya fue absuelto?

Además, Pablo señala de forma inequívoca que las obras del pecado “conducen a la muerte”, y el servicio a Dios “conduce a la vida eterna”; o como dice al final: “la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna” (Romanos 6:20-23) El destino del pecador es sólo la muerte. No se dice nada que haga sugerir un castigo de sufrimiento eterno; algo inexplicable sobre todo porque se menciona la eternidad como premio en la vida de los justos, pero muy significativamente se omite al hablar del destino de los pecadores. En este largo pasaje incomprensiblemente el concepto del infierno tradicional brilla por su ausencia, por la sencilla razón de que era ajeno a la enseñanza del apóstol.


7) ¿Qué es el “fuego eterno”?

Las expresión “fuego eterno” o “fuego que nunca se apaga” que aparece en algunos pasajes no se puede entender como un fuego literalmente eterno o inextinguible (Mateo 3:12; 18:8; 25:41, 46; Marcos 9:43, 45, 47, 48; Lucas 3:17; Judas 7) La evidencia bíblica para esta afirmación la tenemos en Judas 7 al decir que Sodoma y Gomorra sufrieron “el castigo del fuego eterno”; y es obvio que ese fuego se extinguió mucho antes de escribirse esas palabras; por tanto, “fuego eterno” tiene otro sentido.

El significado bíblico de “fuego eterno” se extrae del propio relato de Génesis, cuando dice que Dios “hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego”, “y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades” (Génesis 19:24-25); y de las palabras de Pedro, al mencionar que Dios “condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza” (2 Pedro 2:6) Los habitantes de Sodoma y Gomorra no fueron atormentados eternamente en un fuego eterno; sino que fueron destruidos por la acción del fuego; un fuego que se extinguió cuando todo quedó ‘reducido a cenizas’. Las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron destruidas y desaparecieron para siempre. El fuego que las destruyó se extinguió, pero el efecto destructivo permaneció para siempre; es en ese sentido que fue un “fuego eterno.

Más información: ¿Qué es el “fuego eterno”?

8) El Gehena

Cuando Jesús habló del Gehena se refería a un lugar concreto de Jerusalén que por mucho tiempo se utilizaba como un gran basurero, donde el fuego destruía cualquier desperdicio, incluidos cadáveres de animales y criminales. En ese lugar nunca se arrojaban personas con vida para que fueran quemadas, por lo tanto no podía representar un lugar donde personas con vida fueran atormentadas.

En Mateo 10:28 Jesús revela el significado de sus referencias al Gehena. Ahí dice que es un lugar donde se puede destruir tanto el alma como el cuerpo. Esto da a entender que Jesús habló del Gehena en sentido metafórico para representar la destrucción completa de los inicuos, ya que ese era el efecto de lo que sucedía en aquel gran basurero; y así lo entendieron quienes le escucharon.

Más información: ¿Qué es el Gehena del que habló Jesús?

9) El lago de fuego y la muerte segunda

La expresión “lago de fuego” solo aparece en Apocalipsis, un libro muy característico por su abundante simbología. Así, “lago de fuego” no es un lugar literal, sino que representa lo que el mismo Apocalipsis denomina como “la muerte segunda” (Apocalipsis 20:14; 21:8). Los arrojados allí experimentarán una segunda muerte, y muerte es lo contrario de vida; lo que hace imposible que alguien esté vivo y sufra conscientemente.

La Biblia enseña que “la muerte segunda” corresponde a la destrucción del alma que dijo Jesús en Mateo 10:28, la muerte definitiva de aquellos que resulten condenados en el día del juicio (2 Pedro 2:9; Apocalipsis 20:11-15). Por lo tanto, en lo que concierne a la humanidad, el lago de fuego no transmite en absoluto la idea de sufrimiento eterno, sino que representa la muerte que conduce a la inexistencia eterna.


10) La parábola del rico y Lázaro

A veces se utiliza el relato bíblico del rico y Lázaro para probar la existencia de un lugar de tormento como destino de los inicuos. Pero cuando se examina detalladamente se hace evidente que estamos ante una parábola alegórica, un relato que utiliza personajes y sucesos irreales para enseñar una verdad espiritual. Jesús dirigió esta parábola expresamente a los fariseos (Lucas 16:13-15) únicamente para enseñarles que no debían confiar en sus riquezas, sino que la salvación estaba en obedecer la palabra de Dios expresada por Moisés y los profetas (Lucas 16:29).

A fin de transmitirles eficazmente esta enseñanza, Jesús se valió de las creencias supersticiosas que los mismos fariseos tenían sobre los muertos. Por eso, los elementos que conforman la parábola de ninguna forma pueden tomarse como reales, y mucho menos hacerlos servir como fundamento para una doctrina. Esto es especialmente así, cuando se tiene en cuenta que dichos elementos supersticiosos contradicen frontalmente la enseñanza que recorre toda la Biblia a través de más de 130 versículos, y que de forma inequívoca y literal señalan que el destino final de los inicuos no es el sufrimiento eterno, sino la inexistencia absoluta.

Más información: El rico y Lázaro






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