miércoles, 2 de marzo de 2016

La armonía entre distintos escritos

Hay un factor que hace de la Biblia un libro muy singular: sus numerosos escritores humanos y el extenso tiempo transcurrido entre unos y otros. La Biblia no ha sido escrita por un mismo autor humano, sino por unos 40 hombres de variadas ocupaciones, desde sencillos pescadores y pastores hasta doctos en la Ley e historiadores. Y lejos de vivir en la misma época, sus vidas estaban separadas a lo largo de unos 1.500 años.


En medio de esta diversidad circunstancial, lo normal y lo más probable es que los escritos de unos y otros tuvieran poco en común entre sí. Sin embargo, un examen detenido indica que hay una armonía extraordinaria entre ellos. Veamos el siguiente ejemplo:

Dios le prometió a Abraham que mediante su simiente todas las naciones de la tierra serían bendecidas, en alusión a Jesucristo:

En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz” (Génesis 22:18) 
Pasados unos 500 años, David obtuvo la promesa que indicaba que la simiente de Abraham pasaría por su linaje:
Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino” (2 Samuel 7:12)
El profeta Isaías, allá por el año 700 a.C. reafirmó la promesa dada a David:
Del tocón de la familia de David saldrá un brote. Sí, un Retoño nuevo que dará fruto de la raíz vieja” (Isaías 11:1 NTV) 
Unos 1.000 años más tarde, en el siglo I d.C., el escritor Lucas revela la descendencia de Abraham y David:
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre” (Lucas 1:32) 
Y el apóstol Pablo también demostró que la “simiente” de Abraham y el “linaje” de David se cumplían en Jesucristo al decir:
Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo” (Gálatas 3:16)
“[Dios] había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos” (Romanos 1:2-4)
Otro ejemplo de armonía entre escritores bíblicos lo podemos tomar de estas palabras de Mateo:
Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban, diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó” (Mateo 26:67,68) 
¿Qué sentido tenía que le preguntaran a Jesús quién le golpeó en la cara? La explicación no la da Mateo, pero sí los escritores Marcos y Lucas:
Y algunos comenzaron a escupirle, y a cubrirle el rostro y a darle de puñetazos, y a decirle: Profetiza. Y los alguaciles le daban de bofetadas” (Marcos 14:65)
y vendándole los ojos, le golpeaban el rostro, y le preguntaban, diciendo: Profetiza, ¿quién es el que te golpeó?” (Lucas 22:64) 
En efecto, aunque Mateo no menciona el detalle de que a Jesús le taparon los ojos, los otros evangelistas sí lo hacen, aunque no de forma idéntica; formando con ello un relato armonioso entre escritores distintos.

Hay muchos más ejemplos donde se aprecia la sobresaliente armonía entre los distintos escritores bíblicos, donde destaca especialmente las muchas profecías mesiánicas escritas por profetas del Antiguo Testamento y que tuvieron cumplimiento en Jesús, como bien atestiguaron los escritores del Nuevo Testamento (Ver artículo: Las profecías mesiánicas)

Ciertamente, la sobresaliente armonía de la Biblia, escrita por tantos hombres, en circunstancias tan diversas y en tan largo período de tiempo, es una evidencia más de que la Biblia es la palabra inspirada de Dios.

No hay comentarios :

Publicar un comentario